Demasiadas veces tenemos miedo. Miedo de lo que podríamos no ser capaces de hacer. Miedo de lo que podrían pensar si lo intentamos. Dejamos que nuestros temores se apoderen de nuestras esperanzas. Decimos que no cuando queremos decir sí. Nos callamos cuando queremos gritar y gritamos con todo cuando deberíamos cerrar la boca. ¿Por qué? Después de todo sólo vivimos una vez. No hay tiempo de tener miedo. Entonces BASTA. Hacé algo que nunca hiciste, atrevete. Olvidate de que te están mirando. Intentá la jugada imposible. Corré el riesgo. No te preocupes por ser aceptado. No te conformes con ser uno más. Nada te ata, nadie te obliga. Se vos mismo. No tenés nada que perder y todo, todo, por ganar.

lunes

Y a veces pasa no? Que venis, te vas, te paras, te sentas. Caminás. Corres. Corro, pero miro. Miro y callo. Veo? sí pero qué veo? No se. Gente, calles, lunas, ventanas y carteles. Me miran, me llaman, anuncian ese nombre que hoy no quiero escuchar, pero ahí es cuando mejor articulan y ese nombre fluye, se desparrama de sus sonidos que apenas son letras que puedo llegar a comprender. Me bajo, recorro primero con la mirada, después con los oídos y finalmente con los pies. Qué frío se siente cuando el frío golpea primero lo profundo de nosotros, que frío sofocante. Se corta todo tipo de respiración, me voy. Subo. A dónde? Al único lugar al que podía ingresar vestida con ese traje de lágrimas, pero no esperaba comprensión, no. Quería que me vieran, me escucharan, me sientan tan viva como ellos. No soy un espectro, no lo soy les dije y mis palabras se fueron flotando es una sinfonía verde que seguía el curso de un mar de brisas.
Pero no lo pude evitar, el viento me llamaba, me abrazaba tibiamente entre esa multitud de violencias sin valor, me hacía sentir viva. Entonces decidí que iba a tomarlo, lo iba a cuidar, lo iba a sentir más propio que mis entrañas. Iban a ser ellos quienes iban a devolverme el favor un tiempo después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario