Demasiadas veces tenemos miedo. Miedo de lo que podríamos no ser capaces de hacer. Miedo de lo que podrían pensar si lo intentamos. Dejamos que nuestros temores se apoderen de nuestras esperanzas. Decimos que no cuando queremos decir sí. Nos callamos cuando queremos gritar y gritamos con todo cuando deberíamos cerrar la boca. ¿Por qué? Después de todo sólo vivimos una vez. No hay tiempo de tener miedo. Entonces BASTA. Hacé algo que nunca hiciste, atrevete. Olvidate de que te están mirando. Intentá la jugada imposible. Corré el riesgo. No te preocupes por ser aceptado. No te conformes con ser uno más. Nada te ata, nadie te obliga. Se vos mismo. No tenés nada que perder y todo, todo, por ganar.

lunes

Incomparable.

  Parece que los cabelos han de resucitar mucho menos que otras partes del cuerpo.
    Cuanto más transparente es la escritura, más se ve la poesía.
       ¿Y mientras tanto? Mientras tanto denle todo para hacerla feliz. No hay medicina que cure lo que cura la felicidad.
           Ningún loco está loco si uno se conforma con sus razones.
              Vivo espantado de estar vivo.
                No te quedes ahí como una muerta, le gritó Bernarda- O te vas, o te revuelcas aquí con nosotros.

Cuando terminó, Cayetano tomó la mano de Sierva María y la puso sobre su corazón. Ella sintió dentro el fragor de su tormenta. Y sin darle tiempo al pánico se liberó de la materia turbia que le impedía vivir. Le confesó que no tenía un instante de no pensar en ella, que la vida era ella a toda hora y en todas partes, como solo Dios tenía es el derecho de serlo, y que el gozo supremo de su corazón sería morirse con ella.
                         
                              Yo acabaré, que me entregué sin arte a quien sabrá perderme y acabarme.

Entonces la besó en los labios por primera vez. El cuerpo de Sierva María se estremeció con un quejido, soltó una tenue brisa de mar y se abandonó a su suerte. Él se paseó por su piel con la yema de los dedos, sin tocarla apenas, y vivió por primera vez el prodigio de sentirse en otro cuerpo.

                                   En los remansos de la pasión empezaron a disfrutar también los tedios del amor cotidiano.


                    Gabriel José de la Concordia García Márquez, Del amor y otros demonios ♥

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